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martes, junio 15, 2004

El fondo de Mar del Plata 

Festival de Mar del Plata. Cuarta entrega.

The five obstructions (Jørgen Leth y Lars von Trier). Puntaje: 5. Todos conocen la fama de enfant terrible de Von Trier. Acá intenta plasmarlo en la pantalla y queda como un boludo. La premisa de la película es tan interesante y prometedora como el ego de Lars von Trier: a partir de los condicionamientos del borracho del ego, Leth tiene que realizar 5 remakes de su corto del ’67, The Perfect Human. El primero funciona bien y también el que intenta verse como Waking Life (demasiado obvio en la película que de ahí pidieron prestada la idea como para no explicitarlo), pero los otros dan un poco de vergüenza ajena. Especialmente el último, en la que aquella premisa dogmática de no nombrar al director se remplaza por darle -o castigar con- el crédito a quien no lo dirigió. Ese corto deja un sabor amargo que parece imposible de endulzar, y también es una pena que todas las cumbres Leth-Von Trier estén filmadas con una irritante cámara en mano.
The Perfect Human (Jørgen Leth). Puntaje: 10. El postre más sabroso después de una comida mediocre. La excitación que producía cada aparición de un fragmento del corto dentro del largo se multiplicó al poder verlo de corrido. Es increíble que cada elemento esté en el lugar en que produce un estímulo mayor. La voz en off es hipnótica (queda claro que Von Trier se inspiró en esta para utilizar la de Max von Sydow en su mejor película), la actuación de Claus Nissen aún hoy no atrasa un segundo y eso mismo sucede con el montaje, que parece hecho por algúnn revisionista (con buen gusto) de los sesenta. La distancia que toma Leth es la justa: se permite ironizar, sin que esa palabra se utilice con una connotación negativa. Es una lástima que se tuvo que aguantar 100 minutos de mediocridad antes de la felicidad hecha corto, pero se entiende que se haya programado después del largo, porque de otra forma durante su proyección no se podrían contener los abucheos.
Aileen: Life and Death of a Serial Killer (Nick Broomfield y Joan Churchill). Puntaje: 3. Otra muestra de ‘doxploitation’ del responsable de Kurt & Courtney y Biggie and Tupac. El canalla de acento inglés esta vez consigue bastante material interesante (quien haya visto Kurt & Courtney sabrá por qué eso es una rareza en él) y llega a exponerse como un chanta (muestra una trampa de edición que hizo en su documental anterior sobre el mismo tema, Aileen Wuornos: The Selling of a Serial Killer). Cada momento de Aileen en pantalla rebasa todo límite, parece un personaje complejísimo para retratar en menos de una hora y media, pero la omnipresente voz de Broomfield aparece todo el tiempo para intentar convencer al espectador cómo tiene que pensar y explicar qué quiso decir en realidad cada entrevistado. Quien asistió a la función para compararla luego con Monster, la película sobre Aileen que le valió uno de esos tipitos amarillos a Charlize Theron, puede sentir una indignación avasalladora y decepción al enterarse que Broomfield también estuvo metido en esa. Eso sí, la referencia a Día de la Independencia es de lo mejor y más divertido que se vio en una pantalla en años.
Twentynine Palms (Bruno Dumont). Puntaje: 1. Una de esas que parecen querer darle la razón a los que creen que las historias son importantes. Acá no pasa nada: durante la primera hora una pareja se pasea desnudándose por el desierto. Encima no había ningún otro lugar en el que apoyarse, la película no sólo se veía mal sino que se proyectó fuera de foco. No lo suficientemente fuera de foco como para que no se distinga que en el plano de la chica haciendo pis frente a cámara se veía la manguerita por la que fluía la falsa orina. Totalmente digna de pertenecer a la competencia oficial. Según imdb algo horrible y ‘hideous brutally’ pone fin al viaje de la pareja. Según otra fuente, a él se la dan por el culo... Quedará siempre la duda porque el deseo de una porción de torta en Manolo pudo más que la película.
Vai e Vem (João César Monteiro). Puntaje: 10. Una de las que más prometía a priori y de las pocas que dignificó al festival. Fue triste descubrir todas las virtudes cinematográficas y carismáticas de Monteiro post mortem. Durante las 3 horas de viñetas de la película, Monteiro logra que viejo verde adorable no suene a contradicción. En el film se toma todas las libertades posibles, a nivel argumental y estilístico. Casi todos los planos de la película son fijos (el llanto de Bárbara tiene un sutil travelling que nos acerca a ella y en el funeral un divertidísimo plano giratorio) y de larga duración. No es necesario saber que Monteiro murió de cáncer tres meses antes de que se proyecte por primera vez este film en Cannes para sentir como una de las imágenes más emotivas del festival a la que lo muestra escapar del hospital (en el que estaba internado por meterse un consolador de, al menos, el tamaño de un botellón de champagne) después de tener sexo con una joven enfermera. Es inevitable sentir la necesidad de tomar un colectivo a la salida del cine.
Naza Chong.
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