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miércoles, mayo 18, 2005

I been running Monday Tuesday WednesdayThursday Friday Saturday Sunday runnin' 

para Cantate algo

Lunes: no me acuerdo que hice. Seguro no mucho. Me gusta que coincidan memoria y hechos. Debo haber ido al cine.

Martes: día de cierre. Como todos los martes. Llegué tarde a la redacción. Tipo 10 pm. Había una heladera nueva. Estaba llena de cervezas de botella verde. Tomé 7 vasos tamaño "falso chopp de la cigale".Botín, creo que era en España. O caña. No importa. Fueron un par de botellas. Comí varias empanadas de carne. Cerramos apenas pasada la medianoche. No tenía planes. P, E, A, F y F iban a cenar. A H lo acusaron de arrugar por irse a La raya. Compartí arroz con camarones en Plaza Asturias. Jerez de cortesía. Balón. Copa de champaña. Todos se van. No tengo sueño. Creo que me cansé de dormir. El quiosco de la vuelta del dorado siempre está bien. Salvo en verano, que hay mucha gente y olor a calor. El dorado también está de duelo, así que me salvé del olor. Un litro más. Vi una chica linda. No quiero saber de chicas lindas. Muchos problemas. Al lado mío se sentaron dos grandulotes con dos chicas. Ellas se fueron y ellos se pusieron cómplices. El más desagradable encima tenía un crío. Fondo blancos obligatorios y a casa. Primera borrachera de la semana.

Miércoles: casa en un country. Acompañado. No es día de pileta, creo. Igual no importaba. Tenía una hora nomás, había que llevar a mi hermano a Retiro. Se iba a Córdoba. Dijo que el micro salía a las 9. No le creí. Mientras cuento eso abrí una cerveza para los dos, pero por lo general sólo yo tomo. Estamos en una pieza. Se va al baño. Doy una imagen triste. Aprovecho para ir semidesnudo a la cocina a terminar mi vaso de cerveza. Agarro el otro y lo llevo a la pieza. Hay momentos en los que ya me siento viejo. Se hizo tarde. Encima estoy de malhumor. Evité comentar algo sobre las peleas cruzadas. Prefiero negarlas. 8.10. Había dicho que volvía a las 8. Mi hermano llama fastidioso mientras estoy en la estación de Burzaco. Ese lugar es más bizarro de día que de noche, a mí no me jodan... Le miento a mi hermano que estoy a 5 minutos. Me despido y arranco. Siempre siento que es la última despedida, en ese sentido está bueno. 8.25 en Banfield. Mi hermano esperaba en la puerta. No mintió. A las 9 se va el micro. 8.50 en Retiro. Corre. Espero cinequánones en Crónico. Odio Crónico. Me gusta estar solo en un bar. Por eso los martes voy al quiosco. Llegan M y T. Cada una por su lado, como siempre. Llegan los demás. Más problemas. Algunos, responsabilidad de mi bocaza. No siento culpas. Me gusta eso. Un distanciamiento que no me gusta. Lo niego y sigo. Me dormí recién a las 9. Ya casi no duermo. Debe ser ósmosis.

Jueves: zombié el día, creo. A la noche jugaba alguien y me dijeron que había asado de el tipooo. Eran pizzas. con un cajón de cervezas. No alcanzaron. Cayó alguien que no esperábamos. En un momento dijo "salí y como no sabía si irme de putas o tirarme abajo del tren vine para acá". La respuesta de varios fue "nosotros no nos separamos pero íbamos a por el plan A". La cuadra de un aparente estudio contable de Pavón estaba llena de autos. El suicida putaniero empieza a reglar regalos. Prendemos. Entramos. Nos atiende una señora. Hay seis chicas. Un pelado que se llama Oscar. Un grandulón en la barra. El suicida putaniero habla con Oscar para alquilarle el lugar por una noche. Creo que discuten si incluye o no barra. Ahí apilados somos como 10. Ya senota quién fue a qué. Me sorprendí. Pasaron cuatro contra dos. Atrás uno se hizo el distraído para que no lo vean. Charlé con quien no suelo. Nos asomamos a ver qué pasaba. Uno peleaba con una chica por participaciones. "Esto no es lo que arreglamos, ¡Oscar!" -mientras pateaba una puerta. Los otros tres seguían inmutables. El suicida putaniero invitó a el tipooo. Nos aburrimos de esperar y nos fuimos. Volví a dormir nada.

Viernes: muchas vueltas antes de salir a marpla. Hice una cruz. Road trip. Salimos Rick, el tipooo y yo con dos litros y pico de ferné-cola. No llegaron a Chascomús, creo. Casi chocamos en la autopista a La plata. Clavé los frenos. Tuve que soltar el pedal o el de atrás nos chocaba. A él lo chocaron. Bastante feo. Nos causó gracia. A un chico con el auto rayado también. Viaje paranoico. Nunca se puede disfrutar del paisaje con tanta caminera. Algunos teléfonos móviles no se rompen al caer en el asfalto de la banquina desde el techo de un auto a 100 km/h. Pero se machucan un poco. 400 kilómetros. 40 litros de nafta. 4 horas. Conseguimos camas fácilmente. Hotel Carla. Mamma mía. Nunca voy a entender las colas en los restoranes. Pizza a la pala cerca de Alem. Odio las falsas ofertas de algunas camareras. Más odio Alem. Me gusta marpla en marzo nomás. Estaba fastidioso. Tomamos en la puerta de una panchería. "Esto es un asco. Esa poli es la chica más linda que vi en toda la noche" -sonó de un lado. Desde el otro se comentaba: "pasó una rubia, tetas así -gesticulando, claro- y con un detalle que me vuelve loco. Le rebotaban así -más señas-, bien desde abajo". Qué bueno es no coincidir en los gustos. Hicimos una pequeña caminata, para levantar, y lo que quedaba de nosotros llegó a Antares. No pasaba nada, pero la cerveza es decente a un precio ídem. A Rick no le gustó. Es cierto que al lugar le falta "pique". Igual dos veteranas nos clavaron la mirada toda la noche. Es decir, los 20 minutos que nos llevó terminar las pintas e ir a terminar la noche en el hotel.

Sábado: infaltable baguette en Tío Gerardo. Derechito para el faro. Nos agarró la tormenta tomando un par de cervezas. Nos refugiamos en una casa abandonada. Llegaron los dueños. Dos viejitos muy amables. Bajamos a la playa. Touché arengaba con una avalancha de hits poco agraciados. Se notaba que ahí no iba a pasar nada. Ya había mucha gente. Eso llamaba un poco la atención. Me causa que siempre se hable de comunión en ese tipo de lugares. Yo me sentía muy afuera. Demasiado afuera. Hay códigos que no me banco. Colé un cartón. Al ratito sentí a un insecto grandote adentro de mi mochila, apoyadito en la cámara de fotos. Nunca lo sabré. Necesitaba irme. Tomar algo. No vendían alcohol en la playa. 15 cuadras hasta la despensa. Touché me la puede sobar. Justo cerraba con AC/DC. "Te felicito". Arrancó Layo and Bushwacka. Pintaba mejor, pero necesitaba tomar algo. Las cosas se me separaban de los fondos. Dos botellas tibias. Una en la cola para entrar de nuevo. Cuando estoy en el horno, los habladores me parecen menos odiosos. Uno protestaba por un desodorante. Abajo, bien lejos del escenario, un puestito playero todavía vendía alcohol. Justo le avisaron que venían a clausurarlo. Pedí unos ferné-cola. El cajero, muy nervioso, empezó a pelearse y basurear a una chica. Capaz que te pago mis tragos, machazo. Suena Love Story, el hit. Quiero picar, pero no puedo. Me doy cuenta que ya termina, pero Rick y yo igual vamos por más botellas. Hamburguesa en el camino. Rick asegura que es de gato. Se me revuelve el estómago y pienso que si era gato, nos teníamos que considerar afortunados. Un litrito más cada uno. Volvimos en el horno. Ya había empezado. Hacía un rato ya. Me perdí el "Fatboy Slim is fucking in heaven". Linda frase. Odio las versiones "versus". Encima este pibe le mete Born Slippy a todo. Y cuando no, Seven Nation Army. Me gustan las dos canciones, pero igual "te felicito". Aprovechamos y sacamos seis latitas de bebida energizante, 4 de ellas regaladas no sé por qué por una pelirroja conocida de el tipooo. Yo no puedo dejar de pensar en el frasquito hermoso que se me partió en el tío. A las 10.15 terminó todo. Alta decepción, pero eso sí, divertida. El show no me dio nada, pero nunca fue necesario para tener un buen rato y algunas historias. Además por suerte mi mente seguía boludeando. Pensé en pegar la vuelta directo desde ahí, así terminaba la noche en el tío y no me comía el garrón del tránsito dominical. No lo dije. Creo. Otra pizza cerca de Alem. Es gruesa y está cruda. Esta vez le gusta a Rick y soy yo el que la odia. Vamos a un bar. Está llenísimo. Insoportable. Todos cruzan miradas adentro. Tal vez sean los últimos manotazos para chapotear en una historia veraniega antes de volver a Buenos Aires. Igual no nos quedamos. Mucho calor y pocas ganas de pasar por el boludeo que implica acostarse con alguien en esta estación del año. Pasamos por un tal La princesa. Misma historia. Terminamos de nuevo en Antares. Muy abajo. Tratamos otra vez de levantar en el hotel.

Domingo: me despierto porque me peleaba en mi pesadilla y le di una piña a la pared. Tengo marcas que duelen. Trato de despertar a todos. Me quiero volver. Vuelvo rápido. Muy rápido. Con tránsito bastante pesado tardamos tres horas cuarenta de la puerta del hotel a la puerta de casa. No tengo ganas de nada. Miro las fotos. Un par están buenas. No puedo dormir siesta. No tengo ganas de comer. Mejor que haga algo antes de zombiear el día. Por lo menos me hice el productivo y escribí esto. Está atardeciendo y no tengo un final. Yo me voy de acá.
Naza Chong.
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